"ENCALLADO": EL ACCIDENTE Y NAUFRAGIO DEL RENA

Cuando las fuerzas de la naturaleza y la negligencia humana se combinan el resultado no puede ser bueno. Y cuando esos factores tienen lugar en la navegación, los daños pueden ir más allá  de las pérdidas materiales y/o humanas. Fue lo que ocurrió el 5 de octubre de 2011 cuando un portacontenedores encalló en un arrecife en las costas de Tauranga, Nueva Zelanda y que, además de ser destruido por el fuerte oleaje, causó daños en la flora y la fauna con la pérdida de un gran número de animales en las costas de Tauranga, ello debido al derrame del petróleo que transportaba. En la primera darte del documental exponemos los pormenores de este hecho.

Los portacontenedores pueden perfectamente ser considerados como los barcos más grandes concebidos para el transporte de mercancías y por lo general son construidos únicamente para la carga de contenedores. Pero también podemos conseguirlos de usos mixtos, diseñados para transportar tanto contenedores como mercancías a granel o hidrocarburos en los tanques que reemplazan a las habituales bodegas de carga. No obstante El RENA pertenecía a la primera categoría y para el momento del incidente trasladaba más de 1300 contenedores y al menos unas 1600 toneladas de petróleo como combustible por lo que no es difícil imaginarse lo que ocurriría cuando una grieta en el casco y, por supuesto, en los tanques de combustible comprometiese la integridad de la nave.

El vertido del petróleo fue propagado rápidamente por las olas lo que afectó a la Bahía de Plenty y las costas de Tauranga causando la muerte de unas 2000 aves. Inmediatamente tuvo que ponerse en marcha una costosa labor de limpieza para eliminar el petróleo y los residuos químicos de varios contenedores que transportaba la nave.

Las razones de este hecho se atribuyen al deficiente mando de la nave por parte de la tripulación al dirigir al carguero directamente hacia un arrecife donde encalló, siendo víctima del furioso oleaje de una tormenta que se perpetuó en la zona por varios días.  

Sin embargo, al momento del incidente, salvo la oscuridad de la noche, no había tormenta ni condiciones meteorológicas que fuesen adversas a la normal navegación de un buque, lo que evidencia el error humano en el negligente gobierno del RENA.

Pero, ¿porque la tripulación de un buque dirigiría su nave directamente hacia un arrecife? La razón es simple: economizar tiempo y dinero. De acuerdo al informe final de la Comisión de Investigación de Accidentes de Transporte de Nueva Zelanda, la ruta normal que tenía el RENA no garantizaba que entrase al puerto de Tauranga antes del cambio de la marea, en otras palabras, si a las 03:00 horas la nave no había hecho contacto con el práctico y se iniciaba el  ingreso, tal maniobra quedaría postergada hasta el siguiente cambio de marea por lo que el buque perdería al menos seis horas antes de poder ingresar al puerto y, como sabemos, ello habría significado pérdida de dinero para la naviera. De manera que con la autorización del Capitán, el segundo oficial procedió a tomar su pequeño “atajo”, trazando para ello una ruta tan ajustada que no tomó en cuenta los posibles errores del compas o de las derivas laterales, de manera que la nave se dirigía irremisiblemente hacia el arrecife. Cuando minutos después el Capitán retomó el mando nadie le comunicó la posición del buque, su rumbo y los peligros cercanos, por lo que la suerte del RENA ya estaba echada, estrellándose poco después y a toda velocidad contra el atolón.  

Por otra parte, siendo que pese a que el casco permaneció integró durante muchas horas no hubo posibilidad de que el RENA fuese rescatado antes de que se desarrollara la tormenta que rápidamente ocasionó la fisura y que terminó por dividirlo en dos al cabo de varios días.

Una parte de los contenedores fueron rescatados paulatinamente de la cubierta de la nave, no así el petróleo que ocasionó tan lamentable daño ecológico.

Lo irónico del asunto es que ya el RENA había hecho más del 95% de su viaje y al momento de arremeter contra el arrecife las luces de la costa y el puerto ya eran visibles.

¿No tenía radar? Es esta una de las preguntas que han hecho algunas personas que han visto el documental, puesto que este sistema habría detectado la presencia del arrecife. Y tal como se puede deducir de la investigación y el interrogatorio de la tripulación: había radar y funcionaba correctamente. De manera que estamos ante un caso imputable al error humano por no haberse obrado con la mayor diligencia en la conducción de la nave.

Las imágenes de este hecho pueden considerarse como las más impresionantes y conocidas en relación al naufragio de un portacontenedores.


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