“EXCEDIDO”: EL ACCIDENTE Y NAUFRAGIO DEL SKAGIT

La navegación comercial, el negocio que cada día cuenta con mayores actores y que prospera con el traslado de mercancías, bienes y personas, puede revestir diversos matices dependiendo del sector que se analice. En lo que respecta al transporte habitual de pasajeros, que a diferencia de los cruceros consiste en el traslado rutinario de personas de un lugar a otro, estos matices pueden evidenciarse en la capacidad para un número determinado de pasajeros, límites en la cantidad de vehículos, aplicación de medidas de seguridad para los pasajeros, reglas en casos de emergencia, disponibilidad de chalecos y botes salvavidas entre otros. De manera que quien incursione en esta área debe acatar toda una serie de exigencias las cuales han sido adoptadas incluso por organismos internacionales como la Organización Marítima Internacional (IMO por sus siglas en inglés) de manera que todos los países que estén suscritos a este acuerdo están obligados a hacerlas cumplir. No obstante, muchas veces tales normativas quedan en el papel y frecuentemente los operadores marítimos hacen omisión de ellas.

El 18 de julio de 2012, en Tanzania, 290 personas habían comprado su boleto para realizar un viaje hacia Zanzibar, la isla más grande del país. Los pasajeros llegaron al puerto de Dar es Salaam desde la misma mañana para abordar el Skagit, la nave que habría de llevarlos a su destino.

El Skagit era un barco que conjuntamente con su gemelo, Kalama, provenía de los Estados Unidos donde fueron construidos en 1989 y prestaron sus servicios hasta que en 2009 el estado ordenó la culminación de su carrera. Desde entonces permanecieron fondeados en su país natal durante dos años. En 2011 fueron comprados en Tanzania para ser asignados a las rutas previstas entre las islas del archipiélago y el continente. El Skagit era una nave de 35 metros de eslora, 7,6 metros de manga y con capacidad para 230 pasajeros.

En horas de medio día, luego de hacer la enorme cola, los pasajeros estaban a bordo del Skagit. No era la primera vez que la nave hacía este viaje por lo que en principio no había nada que alterara su normal rutina. Poco después abandonaba el puerto y se alejaba paulatinamente del continente con rumbo norte. Debe resaltarse que la travesía comprendía cuatro horas de viaje y las primeras tres transcurrieron con toda normalidad hasta que delante de la nave comenzó a notarse el mal tiempo. Poco después, una tormenta se desataba sobre el mar y sobre el Skagit. Los pasajeros observaron horrorizados como su nave era golpeada una y otra vez por las inclementes olas y escoraba lentamente hasta que ya no pudo mantener su estabilidad volcándose poco después en un efecto de total inversión: lo que antes era techo ahora era piso.

Skagit y Kalama

104 personas no saldrían con vida del incidente (uno de los más grandes de la historia naviera de Tanzania) y la búsqueda y rescate de los desaparecidos se extendió por varios días.

¿Cual pudo haber sido la causa de este accidente?

Quizás podamos decir que la razón fue haber quedado a merced de la naturaleza y que contra las fuerzas de la naturaleza nadie puede. Esa habría sido la causa perfecta y vanagloriada sobre todo para la naviera y la tripulación al tener una opción de exención de responsabilidad por caso fortuito o fuerza mayor. Pero por lo general los accidentes marítimos ocurren por una serie de circunstancias. Aún cuando una nave haya sido hundida por una tormenta, al final salen a la luz otros factores que agravaron la situación. Y entre todos ellos casi siempre hay uno de mayor peso.

La comisión designada al efecto para llevar a cabo la investigación se encontró con esta serie de elementos. En primer lugar el transbordador iba sobrecargado de pasajeros, su capacidad máxima de 230 personas había sido excedida a 290, de manera que llevaba 60 pasajeros de sobrecarga. En segundo lugar se determinó que el propio diseño del Skagit lo hacía propenso a volcarse ante un fuerte oleaje. Y el número de víctimas se vio incrementado por la falta de suficientes chalecos salvavidas. De manera que nos encontramos con tres razones para que el accidente se produjera: sobrecarga, problemas de diseño y una tormenta. Y puede inferirse que hay uno que pesa sobre el resto: la sobrecarga de pasajeros, una evidencia más de la primacía del ánimo de lucro de los operadores marítimos sobre la seguridad. Debería colegirse que sesenta boletos más cobrados por la empresa hacían más rentable un viaje que con sólo 230. Pero habría que determinar si esa ganancia adicional fue suficiente para enfrentar los cargos que le fueron impuestos al capitán, al gerente de la compañía y al propietario de esta, quienes fueron acusados de homicidio involuntario por el Tribunal Superior de Zanzibar.

Debe resaltarse, tal como se hace ver en el documental, que en Tanzania estos casos son más frecuentes de lo que se podría imaginar y esto obedece a la flagrante violación de las normas marítimas por parte de los operadores. Del mismo modo hacemos indicación de que las normas vigentes en Tanzania son bastante rigurosas y para su transgresión se prevén castigos con altas penas. Aún así los operadores marítimos suelen transgredirlas, una realidad muy común en los países del oeste africano, por lo general pobres y con débiles sistemas para perseguir y castigar el delito.

Aún así estos argumentos no son suficiente excusa para los afectados y los familiares de las 104 personas que perdieron la vida en este lamentable accidente

 

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