RECOGIENDO LOS RESTOS: EL RESCATE DEL MV TRICOLOR

Los corredores marítimos son espacios por los que se ha establecido la ruta de todas las naves que van hacia determinados destinos por lo tanto la plenitud del océano se ve rotundamente reducida a una delgada franja de mar, delimitada mediante las cartas de navegación y señalizada con los instrumentos de abordos y, al mismo tiempo, compartida por otro gran número de embarcaciones. Hablamos pues de una suerte de autopistas en el mar y, como suele ocurrir en el área de tránsito terrestre, cualquier obstáculo puede entorpecer el tráfico y causar accidentes.

El 14 de diciembre de 2002, en el Canal de la Mancha, uno de los corredores marítimos más transitados del mundo, la claridad del nuevo día comenzó con un obstáculo semisumergido en medio del canal. El MV Tricolor, una nave de 49.792 toneladas, 209 metros de eslora y 32 metros de manga yacía sobre el fondo del mar volcado sobre su lado izquierdo luego de que pocas horas antes fuere abordado por el Kariba, un portacontenedores que entonces compartía su curso y que le envistió por el área de babor causando su hundimiento en pocos minutos. Pueden revisas la ocurrencia de la tragedia en "Con los Ojos Vendados".

¿Qué puede ocurrir cuando se hunde un barco en medio de un corredor marítimo? En primer lugar, todos los países que compartan límites en el área del corredor estarán interesados en que los restos sean removidos aún cuando no obstaculicen la navegación, lo que obedece a la necesidad de preservar el medio ambiente eliminando los desechos tóxicos y dañinos representados por un naufragio, no obstante, el rescate suele postergarse en el tiempo por no representar una amenaza inmediata contra otros intereses: los representados por los buques que navegan sus aguas. Sin embargo, el naufragio del Tricolor era un asunto distinto, el accidente lo había dejado a “flor del agua”, perfectamente visible desde la superficie, de hecho su casco sobresalía durante la marea baja, de manera que cualquier nave que se aventurase por ese preciso lugar corría el riesgo de estrellarse contra su casco e incluso naufragar, en otras palabras, aquellos intereses ya mencionados estaban en juego.

Inmediatamente en horas de la mañana el lugar fue marcado por una boya y se colocaron dos patrulleros para alertar a los barcos que transitaban por el canal. Al mismo tiempo se iniciaron las maniobras de extracción de combustible de la nave. Sin embargo, en un espacio marítimo tan concurrido cualquier cosa puede salir mal. En horas de la noche siguiente, el Nicola, un carguero que llevaba rumbo este chocó contra el casco del Tricolor al ignorar la señalización y advertencias sobre el naufragio. El carguero permaneció toda la noche encallado hasta que al día siguiente pudo liberarse con la subida de la marea. Esta situación despertaría mayor preocupación por el naufragio, de manera que se colocaron dos boyas más y otras tres embarcaciones patrulleras. No obstante, el 2 de enero de 2003, el Vicky, un petrolero de bandera turca que viajaba desde Amberes hasta New York colisionó con el Tricolor. Y allí permanecería hasta que en horas de la madrugada se liberaría con el cambio de marea. Este caso fue más alarmante que el del Nicola, puesto que ahora se trataba de un buque de 243 metros de eslora y 43.000 toneladas cargado de hidrocarburos altamente inflamables. Por supuesto que tendríamos que preguntarnos como dos naves pudieron evadir la vigilancia y tropezarse con el naufragio. Necesariamente debemos asumir que la vigilancia no fue eficaz entendiendo que las embarcaciones que se colocan para resguardar el área se requieren para los asuntos que habitualmente tienen encomendados, por consiguiente, si eran tres las que en principio estaban resguardando el naufragio era difícil que todas estuviesen siempre allí entendiendo que es común que se suscitasen emergencias “más importantes”. Y siendo que el Vicky colisionó contra el naufragio varios días después debemos asumir que la vigilancia estaba mucho más relajada y difícilmente contaría con las cinco patrulleras asignadas. Lo mismo puede decirse de las advertencias que sobre el naufragio debían hacerse a las naves. Igualmente debe resaltarse que los tripulantes nunca esperan conseguirse algo nuevo en el camino que recorren día a día por lo que la revisión de sus instrumentos en este sentido (y la constatación de las cinco boyas) era poco probable si no se les informaba efectivamente del naufragio.

Carguero Nikola

Pero algo era cierto: la necesidad de remover los restos era un imperativo. Las labores de extracción del combustible se llevaron a cabo sin mayores contratiempos y se culminaron el 25 de febrero. ¿Pero cómo podría hacerse para recuperar del mar un coloso del tamaño de dos campos de futbol? Por supuesto que estando a poca profundidad la idea de extraer la nave y recuperar parte de las pérdidas era un buen plan, solo que por su tamaño no había manera de rescatarla como tal. Entre las ideas que se propusieron se reafirmo la de seccionarlo en pedazos y sacarlo por partes, algo que ya se había puesto en práctica anteriormente con el rescate del Kursk, el polémico asunto del submarino ruso que se hundió en el mar de Bering llevándose consigo la vida de los 118 miembros de la tripulación.

De manera que luego de que todos los interesados optaron por declarar la pérdida total de la nave se acordaron los detalles para proceder con la extracción del Tricolor. La labor fue conferida a la empresa Smit Salvage, la misma que participara en el rescate del Kursk.

Se determinó que el Tricolor debía ser cortado en nueve partes las cuales serían elevadas del fondo marino y depositadas en las barcazas que las trasladarían hasta la planta de demolición de Zeebrudgge, maniobra nunca antes puesta en práctica y que pasaría a ser una de las empresas más complejas en el rescate de un barco. En la segunda parte del documental ilustramos la realización de esta operación.

Los cortes serían realizados mediante un cable diamantado que en un plazo de varios días cercenaría la parte demarcada en el casco cortando todo lo que hubiese a su paso hasta que el corte hubiese sido realizado.

Unos siete meses después, en agosto de 2003 se izó la primera sección del casco y un año más tarde se rescató la última parte del Tricolor, lo cual daba por concluida la maniobra de extracción de los restos del naufragio y liberaba el Canal Ingles a su plena operatividad. En la organización de las partes se separarían los restos de los 2700 coches de lujo (algunos de ellos seccionados a su vez por el cable diamantado) que más de un año antes fueran embarcados en un barco con la intención ser vendidos a los mejores postores alrededor del mundo pero que solo pasaron a ser propiedad del fondo marino. 

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